jueves, 21 de julio de 2011

Salimos para levantarnos, no para arrodillarnos

Discurso de Petro ante la reunión nacional de la Corriente Democrática el 1º y 2 de diciembre


No es mi intención en esta reunión hablar del Polo, pero es necesario un análisis hacia atrás. Por ejemplo, hablemos de lo que dijimos ante el comunicado blando con el que en aquel entonces, la Dirección del Polo se había expresado como posición oficial, es decir, la que nos representaba a todos. Hicimos una crítica en el sentido de que ese comunicado debía responsabilizar a las Farc, como lo establece la política internacional sobre el derecho bélico, lo que establece con respecto a los asesinatos. Hoy sabemos que fueron asesinados por las Farc, hoy sabemos que teníamos razón al exigir que nuestro partido se expresara contra un crimen de guerra, contra una injusticia; aun cuando los hombres y mujeres que lo cometieron se autodenominaran izquierdistas. Y ahí es donde, al retroceder en el tiempo, nos acordamos de la gran discusión que produjo esta exigencia. Desde ese momento un sector del Polo nos llamó derechistas, y hasta uribistas. Desde entonces se produjo una campaña de desprestigio, no solo desde el Departamento Administrativo de Seguridad DAS, que ya lo venía adelantando, sino desde otros sectores: desde las páginas de Anncol, y desde la extrema izquierda, que no ha podido entender nuestra lucha, nuestro programa.

De una manera u otra, tanto la campaña de desprestigio del DAS, que buscaba asimilarnos con las Farc, y la de las extremas izquierdas que buscaban relacionarnos con Uribe, demuestran que las extremos políticos de Colombia no le están respondiendo a las necesidades insatisfechas que tiene el país, al pueblo Colombiano, y a nosotros como militantes que fuimos del Polo Democrático Alternativo. Lo cierto es que esta decisión, esta postura de querer construir un proyecto democrático completamente ajeno a las armas, para quienes estuvimos en ellas, y para la mayoría de los aquí presentes, está vigente porque ya hicimos el compromiso cabal de dejarlas, que cumplimos absolutamente. No queríamos, ni queremos faltar a nuestra palabra de 1989 para con la mayoría de los presentes, porque hemos llegado a la conclusión de que las armas no son el camino de la construcción de la democracia en Colombia, sino que al contrario, están provocando el ascenso de una antidemocracia.

No pudimos hacernos entender por la mayoría de la dirección del Polo en este sentido. La ambigüedad en las disquisiciones políticas sobre las FARC enredó al partido. Pero al mismo tiempo apareció un segundo elemento: la corrupción. No podemos decir que el PDA es responsable de estos hechos, ni la mayor parte de su militancia. Esta fue creciendo agazapada, lentamente, disfrutando de las victorias electorales; iba galopando silenciosamente un fenómeno que, entre otras cosas, hundía sus raíces en un método tradicional de la política colombiana, contra el cual hemos querido luchar durante más de 20 años. Hemos querido luchar denodadamente contra el clientelismo. En el Polo, algunos sectores políticos, usaban métodos clientelistas casi desde su fundación. Se suponía que muchos de los problemas de la ciudad no habían tenido solución, porque nunca habíamos estado en el poder. Al principio, entonces, el clientelismo parece una práctica lógica. ¿Si llegamos a la administración por qué no podríamos ¨gozar” de sus presupuestos, de su poder público?

Pero como todo clientelismo, como el clientelismo liberal o el conservador, el neo clientelismo provoca los mismos resultados: corrupción; una comisión aquí, una comisión allá, el pago de un favor. Pero en poco tiempo la pequeña corrupción se transforma en gran corrupción. Con lo que hemos descubierto analizando, simplemente la contratación en la ciudad de Bogotá, tema que investigó la unidad de seguimiento liderada por el Senador Luis Carlos Avellaneda y el Concejal Carlos Vicente de Roux, con un equipo de 12 personas, la inmensa mayoría mujeres militantes del Polo Democrático, que anunciamos en el mes de Junio y que entregó su trabajo en el mes de Octubre, llegamos a unas conclusiones, que al leerlas, deberían dejar pálido, e incluso –diría yo–, deberían recoger la sana cólera de cualquier militante de la izquierda colombiana.

Es que, cómo puede ser, que la gente se haga matar por ideas, que la gente se haga matar por muchas cosas de manera muy valiente alrededor de los derechos humanos, alrededor del tema de la justicia social, al frente de obreros, de campesinos, de los excluidos, mientras unos pillos se dedican a enriquecerse, a llenarse la barriga, a utilizar cuentas en paraísos fiscales, a robarse el erario público, a construir una de las tecnologías más sofisticadas, que cualquier organización criminal, de las muchas que depredan el erario público en Colombia quisieran tener y que no han podido construir en semejante escala en toda su historia.

La saña, la premeditación para construir redes de empresas, que le ocultan al ciudadano, quiénes son los propietarios reales de estas empresas; empresas poderosas creadas en el mundo más degradado del capitalismo: los paraísos fiscales. Todo esto ocurre incluso con otras entidades de la sociedad colombiana como el cooperativismo, las entidades sin ánimo de lucro a las que la ley con el aporte de muchos de nosotros, les generó opciones preferenciales para ser contratadas por el Estado, pero con el fin noble de fortalecer la economía solidaria, fortalecer la organización sin ánimo de lucro en Colombia Pero algunas de estas entidades aquí son utilizadas por estas redes mafiosas, para transferir centenares de miles de millones de pesos a los bolsillos, a las arcas de los 2 o 3 mafiosos de la contratación en Colombia.

Un partido de izquierda debería enmudecer al darse cuenta de que de sus propias acciones y de sus consecuencias políticas, ha derivado semejante tipo de tecnología de la corrupción. Un partido político de izquierda, al menos debería tomarse el tiempo de investigar, tomarse el tiempo de discutir, si lo que dicen un Senador, un Concejal y el ex candidato presidencial de su propio partido tienen o no razón. 

Dimos tiempo. Dos años duró la espera. En el último congreso del PDA, precisamente cuando la discusión era esa, decidimos quedarnos, una parte del Polo se fue, la de Lucho Garzón. Y aun quedándonos dentro del Polo...., yo recuerdo aún hoy a la comisión de amigos de Carlos Gaviria, que llegó a mi oficina aquí cerca a pedirnos que nos lanzáramos a la consulta para discutir la presidencia. Ellos pensaban que era necesario para Gaviria que alguien le compitiese en el entendido que Gaviria iba a ganar. Nosotros aceptamos, pusimos unas condiciones en aquel momento. Fueron tres condiciones mínimas para que se pudiera desarrollar una campaña mínimamente transparente, una de ellas recuerdo, era que el presidente del Polo fuera neutral en la competencia de la campaña a la consulta; pero no habíamos acabado de firmar el compromiso y de tomar la decisión de entrar a la consulta popular del Polo, que ya estaban incumpliendo los tres criterios. El mismo presidente del Polo, el señor Dussán, se ponía al lado de una de las campañas, la de Carlos Gaviria, incumpliendo, rompiendo la palabra, engañando. Esa palabra engaño... esa realidad del engaño en la política, en medio de un partido de izquierda, no derivaba en otra cosa, que en una forma de actuar que ya no hacia parte de la cultura democrática.
Y pasó lo que pasó. Ganamos la consulta. Sorpresa para los medios, para el país, para la dirección del Polo, que en su mayoría no podía entender todavía por qué habíamos ganado, ese 27 de septiembre. Y esto hay que entenderlo en profundidad, surgió un mandato. Cuando se convoca al pueblo y el pueblo se expresa en las urnas libremente, como fue en estas elecciones, es la máxima autoridad, el pueblo simpatizante del Polo quien le da una orden a cualquier demócrata para que entienda el programa, las tesis, el talante que en ese momento diferenciaba la campaña de Petro de la campaña Gaviria. No se trataba solamente de que fuera el candidato presidencial sino que aquí se dirimían dos posiciones, una que pensaba en una izquierda democrática y contemporánea y otra que estaba pensando en un Polo Democrático articulado al modo de pensar de la izquierda tradicional y ambigua con el tema de la lucha armada, la democracia y la constitución del 91, diciendo ellos: “NO, es que la constitución del 91 no... , nosotros decimos: esta constitución, no puede servir un pedacito sí y otro no, ...NO (dicen ellos)... es que lo mejor que puede ocurrir en Colombia es una constituyente que derogue la constitución... , nosotros decimos: es que el camino de la paz no puede pasar única y exclusivamente por una negociación entre las Farc y el Estado.

Mientras, hablaban de que se tramitara un cambio de la constitución. ¿Acaso los ciudadanos no tienen nada que ver con ese proceso de paz, los ciudadanos no son protagonistas de un proceso de paz? NO, es que un partido no puede dar la iniciativa a sus militantes –decían ellos–. No, eso es anarquía. Es desorden, decían. Es que un partido de izquierda debe configurarse como una pirámide y en la cúpula de la pirámide es desde donde se irradia la política, la ideología y la acción. Los militantes no son más que un ejército que obedece. Esa concepción de la izquierda tradicional fue derrotada, el pueblo colombiano nos dio un orden, un mandato, ese 27 de septiembre. La salida a los problemas de Colombia es el acuerdo entre todos los sectores de la sociedad colombiana, el protagonista central del proceso de paz es la ciudadanía haciendo reformas democráticas.

Es que el partido de izquierda que necesitamos es uno democrático del siglo XXI, no del siglo XX. Es uno que sea pluralista y multicolor, que permita la diversidad, que permita que su militancia tenga iniciativa política, así sea en la vereda más alejada de Colombia, sin pedir órdenes, sin pedir instrucciones. Porque un partido de izquierda democrática en Colombia debe ser un partido de hombres y mujeres libres, por lo que sus formas de organización no pueden ser las de los ejércitos. Sus formas de organización tienen que ser las de la libertad y las de la democracia, con un programa que pueda hacerse realidad, y no un programa de los últimos objetivos que el movimiento comunista o socialista pueda imponer en el mundo, sino uno que permita a la sociedad, en dos o tres años, salir de sus problemas fundamentales: la violencia y la desigualdad social.

Debe ser un programa profundamente democrático, que sea capaz de demostrar en la práctica cómo se puede transformar el sistema de salud, el mes entrante o dentro de un año o dos, para garantizar el derecho a la salud. Cómo es que se puede mostrar que el sistema educativo es para garantizar que el saber se democratice en Colombia. Cómo es que en concreto se puede democratizar el crédito, de tal manera que hoy millones de colombianos que no tienen acceso a él, puedan obtenerlo como uno de los instrumentos para producir riqueza. Cómo es que temas tan simples pero fundamentales para una economía, como la tierra, el agua o el cerebro humano, se pueden utilizar plenamente en Colombia de manera democrática, para construir un modelo de desarrollo que nos permita salir de la violencia y de la injusticia social. Temas que no son de propiedad de Petro, ni del Polo, sino discusiones que vienen desde hace décadas, que van construyendo un acumulado, que nos permitieron concretarlo en un programa presidencial, que el pueblo de Colombia decidió que quería ver triunfar el 27 de septiembre.

El 27 de septiembre, no acababa de otorgarse un mandato popular al Polo, cuando las directivas lo estaban traicionando. No encajaba en su esquema mental, no encajaba esa decisión popular, dentro de las expectativas que tenía la mayoría del comité ejecutivo. Al revés de lo que hicimos nosotros en el año 2006 –cuando nos pasó exactamente lo mismo–, que decidimos apoyar a Gaviria sin ninguna condición, y desde el minuto mismo en que la Registraduría anunciaba los resultados electorales, decidimos nombrarlo presidente del partido. Para maximizar las fuerzas, decidimos con las mayorías, el 100% de las estructuras, votar por esa presidencia, fortalecerlo como uno de los posibles líderes que iba a concretar la democracia en Colombia.

La respuesta del 28 de septiembre fue algo completamente diferente. Nuestro propio partido, a partir de la mayoría de la dirección, se dedicaba a sabotear la campaña presidencial del candidato que el pueblo había designado. A impedir que llegaran los recursos; a impedir que pudiéramos salir por televisión a expresar nuestras ideas; a impedir que la infraestructura del partido pudiera ser utilizada. Uno y otro dirigente iban trasmitiendo directrices y órdenes a su militancia de base, hablándoles de una huelga para la campaña presidencial. Estábamos en segunda vuelta y desde el 14 de marzo, nunca más volvimos a estar en segunda vuelta, a diferencia de lo que dice Bayona, que es más o menos el pensar de esta mayoría que piensa que solo profundizando en el discurso de la izquierda fue que pudimos galopar en la última fase de la campaña, y que por no tener esa misma radicalidad en la primera fase de la campaña nos fue mal. La realidad estadística es completamente diferente, en la primera fase de la campaña, hasta el 14 de marzo, en todas las encuestas estábamos en el segundo lugar pasando a la segunda vuelta, después del 14 de marzo, nunca volvimos a estarlo.

El análisis de este 14 de marzo, que implica una inflexión, nos pone el dedo acusador, sobre una sola región de Colombia, el lugar donde aparecía la fuerza que nos iba a quitar del segundo lugar, el partido Verde. El lugar donde se mostraba la debilidad del proyecto Polo, era uno solo en toda Colombia: Bogotá, la principal plaza electoral del partido en el país estaba dando un campanazo de alerta. Su ciudadanía dejaba de votar por nosotros, buscaba otras alternativas, potenciaba a otros, esa es la realidad del porqué de la primera fase de la campaña electoral, donde pasábamos a la segunda vuelta. Transitamos a una segunda fase donde nunca jamás pudimos competir por pasar a la segunda vuelta, Bogotá ¿Y qué es lo que piensa la ciudadanía bogotana de nosotros? ¿Por qué nos castigó, por qué apoyó otras propuestas? ¿Por qué se trasladó masivamente hacia la extrema derecha? ¿Por qué sus trabajadores, su gente humilde, su clase media, tradicionalmente democráticas, abandonaron las caudas electorales del Polo?

No hay sino una respuesta: Por la alcaldía. Lo que ocurrió en la alcaldía tiene también una segunda consecuencia. La gente piensa, sin necesidad de comisiones de seguimiento a la contratación, que la corrupción se tomó la alcaldía de Bogotá y asigna la responsabilidad política de esa corrupción al Polo Democrático.

Con Carlos Vicente de Roux y el Senador Avellaneda, en el mes de octubre presentamos, finalmente, un informe, donde ninguno de sus párrafos ha sido refutado. Ustedes todavía no han podido ver un solo comunicado de la dirección oficial del Polo que diga: Oiga, esa cifra está mal. Oiga, no es cierto que ese conjunto de empresas pertenezca a ese zutano o perencejo. No hay una sola refutación del informe. Y el informe, independientemente del volumen de las comisiones de la corrupción, de a dónde se fue la plata, de cuál fue el mecanismo, la tecnología para transferir los recursos del pueblo a dos o tres mafiosos en Colombia, lo que demuestra es que se rompieron todos los principios fundantes de un partido de izquierda democrática, que se concentró el erario público en manos de 3 particulares. Y así, ¿cómo un programa de izquierda democrática puede defender semejante tipo de actuación administrativa? Parte de ese erario público terminó en los paraísos fiscales, en negocios inmobiliarios del estado de la Florida. ¿De cuándo aquí un programa de un partido de izquierda democrática, defiende semejante despropósito? ¿Desde cuándo un partido de izquierda puede acrecentar la contratación en lugar de invertir en temas fundamentales como la educación o la salud, para transferir los recursos hacia las obras públicas de cemento en la ciudad, básicamente pavimentación de calles y transmilenios, como se le denomina en la ciudad? ¿Desde cuándo aquí un partido de izquierda democrática privilegia el cemento al ser humano?

Ni Peñalosa llegó al nivel de contratación de obras de cemento como la que se está dando ahora en la ciudad de Bogotá, con una lógica de crecimiento de la contratación en manos de tres familias, que tiene su origen, necesariamente, en que necesitan más y más contratos, para poder pagar los huecos financieros de los contratos actuales y anteriores. Porque esos huecos financieros, esos dineros, se usaron para pagar las coimas, las comisiones o las deudas de otros contratos.

Si en algún lugar se puede ver la degradación del neoliberalismo, que tiene como precepto fundamental, volver el Estado en un mercado, en negocio de particulares; si en algún lugar se ve esta degradación es precisamente en la forma de contratación con particulares que establecen los Estados, especialmente el Estado Colombiano. Es una forma de contratación mafiosa, no transparente. Uno podría decir: Que lo haga Uribe, que Uribe privilegie a su familia, a sus hijos... Ya una concejal de esta corriente está siendo agredida para perder su investidura de concejal en Mosquera, simplemente porque fue la única que se levantó ante el poder de los hijos del Presidente y denunció la tamaña felonía que constituye la zona franca de Mosquera.

Se necesitan 80.000 millones de pesos para salvar a los damnificados de las inundaciones en ese municipio: Resulta que es la misma cifra que se acumuló, en este negocio de la zona franca, en manos de unas pocas manos particulares, entre ellas las de los hijos de Uribe, que ahora han sido denunciados porque asistieron a una reunión para decidir quiénes iban a ser los beneficiarios de la Ruta del Sol por 11 billones de pesos. Iban acompañados de la empresa brasilera Odelbreck, que también es una de las mayores empresas contratistas de la ciudad de Bogotá. Resulta que los beneficiarios de parte del dedo indicador del ex presidente Uribe, que enriqueciendo a unas mafias emergentes de la contratación, se han quedado con billones de pesos, resultado de esta clase de neoliberalismo, son exactamente los mismos beneficiarios del gobierno del Polo Democrático en la ciudad de Bogotá.

Entonces no tiene uno más que preguntarse: ¿Y porque eso es lo que hace Uribe, también lo hacemos nosotros? ¿Por qué si hemos luchado contra el neoliberalismo, contra la corrupción desde el Congreso y desde cualquier lugar del país, en la ciudad nuestros propios copartidarios nos hacen lo mismo que nosotros estamos denunciando? No. Alguno diría “Es que aquí hacemos negocios pequeños, allá hacen los grandes. Aquí democratizamos la corrupción, allá la concentran”. ¡Carreta! Los corruptos que se quedaron con los dineros públicos del sistema de contratación, de concesión de obras públicas en Colombia, son los mismos que se quedaron con el erario público de la ciudad de Bogotá, a través del gobierno de la izquierda democrática de la ciudad.

Nos reemplazaron democracia por mafia. Mientras nosotros peleábamos contra el uribismo durante 8 años, mientras descubríamos los nexos entre la cúpula uribista y el paramilitarismo, alguien, un militante del Polo que no hablaba, silencioso iba llenando los cheques, por centenares de miles de millones de pesos, para sí mismo y para otros. Este mismo partido es testigo de cómo, en todas las regiones de Colombia, se desarrollaba la campaña al Senado de la República de Colombia de Iván Moreno. Es que el partido es el primer testigo al observar cómo se cogían los líderes populares de las negritudes, del campesinado, los concejales, los diputados, los líderes de los barrios populares, de las ciudades, de las negritudes. Vio como transitaban los dineros en efectivo. ¿Y eso es lo correcto en un partido de izquierda democrática? ¿De dónde salían los dineros?

¿Con que autoridad moral podríamos atacar a un señor como el gordo García, a un señor como Araujo, a un señor como Mario Uribe? ¿O a un señor como Uribito, el ministro de agricultura Arias? ¿Con qué autoridad, si las mismas cosas que ellos estaban haciendo, las estaba haciendo la administración del Polo Democrático en Bogotá? Y ni siquiera era el partido el que gobernaba, nosotros nos quedamos con el pecado y sin el género. La ciudadanía bogotana cree que todos nosotros somos corresponsables de la catástrofe de la ciudad, creen que nosotros nos reuníamos a construir los mecanismos de la transferencia de los dineros públicos a los bolsillos de la mafia de la contratación.

No saben de esta situación nuestra, no saben que somos víctimas de una de las mayores usurpaciones en la política colombiana, que con nuestros votos llegaron al poder y una vez llegados a él, al poder local, se dedicaron a hacer lo mismo que hacían las personas contra las que luchábamos. Y no solamente hacían lo mismo, sino que se aliaban con ellos. Y no solamente se aliaban con ellos, sino que sacaban a la calle a todos los militantes democráticos que estaban tratando de realizar una transformación democrática de la ciudad y reemplazarlos por los militantes de las huestes del presidente de la República , que quería destruir, físicamente, al partido que le estaba haciendo oposición, especialmente en el terreno de las relaciones entre él y el paramilitarismo.

La situación es difícil y las decisiones obviamente son difíciles. Después de sacar un millón cuatrocientos mil votos dignos, nada despreciables, tenemos que enfrentarnos a una toma de decisiones realista, porque la mayoría de la dirección del Polo se negó a respetar el mandato popular del 27 de septiembre. Quieren seguir en lo mismo, en la misma ambigüedad, en el mismo sectarismo. Y mientras tanto el proyecto democrático, se nos está yendo de las manos, está siendo derrotado. Dice el señor Robledo en su último comunicado, que es que Petro lo que quería era ser presidente, para hacer un acuerdo con Santos. No necesito ser presidente para hacer un acuerdo con Santos.

Y un acuerdo con Santos, tema de la reunión del mes de julio, no tenía que ver con el mejor vivir de Petro. El ladrón juzga por su condición. Ellos, acostumbrados a que una negociación en la política es sobre puestos, sobre contratos, no podían entender, no les cabía en la cabeza, que un candidato presidencial, se podía reunir con el otro candidato presidencial ya electo para hablar de programas, de la discusión misma que se había planteado en la campaña presidencial. No podían entender que por encima de los intereses personales, de los problemas personales de un candidato que se queda sin empleo y que no es rico, y que aun quedándose sin instrumentos, sabe que primero están los intereses de la población. Y que antes que negociar una embajada, un ministerio, –-qué bien que lo hubiéramos podido hacer y obtener, el de Francia o el de Estados Unidos, y vivir tranquilos y cómodos, como las élites del mundo, o tener el ministerio de Agricultura, del Medio Ambiente o no sé qué–, que en lugar de negociar en ese tipo de prebendas a escala personal, lo que teníamos que hacer era negociar los programas que un millón cuatrocientos mil electores, habían potenciado en la discusión pública de Colombia.

Temas fundamentales: ¿Quién puede decir aquí que el tema del agua no es fundamental para el Caribe? Más de 100.000 familias son damnificadas en este momento por el agua, por el olvido del agua, por la falta de regulación del agua. Son las mismas familias que dentro de cuatro meses, van a padecer una sequía y una hambruna. Sus tierras fértiles ya no les pertenecen porque lo que hay es ganadería extensiva. Porque son propiedad del narcotráfico, a partir de la época en que descuartizaron, descabezaron… Y porque llenaron el Caribe, el pueblo y la tierra colombiana de fosas comunes, de sequía e inundación, siempre hambre, siempre injusticia, ¿Cómo es que un líder de la izquierda democrática no puede hablar con el presidente sobre este tema cuando ha sido defendido en su propia campaña presidencial, cuando un mandato muy superior al del 27 de septiembre, ha dicho que por ahí es el camino?
¿Quién ha dicho que le está prohibido hablar con el presidente a un ex candidato presidencial, que ha obtenido esa votación, sobre las víctimas, sobre como repararlas?

¿Es que acaso la salida del conflicto interno, de la guerra, no empieza por la reparación de la justicia a la víctima? ¿Acaso en la base de la paz no está la palabra justicia? ¿Por qué tenían que ensuciar esta conversación con un chisme al estilo del de Anncol, dentro del Polo Democrático, diciendo que lo que estábamos negociando eran puestos y ministerios? Llegaron a decir que hasta me habían nombrado embajador de España, tratando de ensuciar una lucha democrática, solo porque no pueden concebir, en un sector de la izquierda, que uno de sus líderes se pueda reunir de tú a tú, sin sonrojarse, sin arrodillarse, sin atemorizarse, sin orinarse en los pantalones, ante un dueño del poder a tratar sobre un tema de la justicia social, en una democracia.
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Ellos no conciben que eso pueda suceder, a menos que esas personas se llamen Tirofijo, Jojoy o se llamen Cano. Son los únicos que sí pueden hacerlo. El señor Robledo dice en su carta que no solamente queríamos hacer un acuerdo con Santos. Pero olvida un pequeño detalle, que ya el mismísimo Iván Cepeda y Germán Navas, representantes a la Cámara por el Polo, estamparon su firma, con todos los demás partidos políticos, respaldando el primer debate y aprobando el proyecto de reparación de las víctimas en Colombia. Lo mismo que yo proponía en julio, lo dicen ellos mismos, en noviembre con su firma. Nos demostraron, y hay que felicitarlos por ello, que sí era posible un acuerdo nacional, que en este caso se dio en el Congreso, sobre un tema fundamental que era la reparación de las víctimas. ¿Por qué Robledo no se para a decir hoy, delante de los colombianos que, presumiblemente, el acuerdo de Cepeda y Navas tenía que ver con entrega de puestos? No puede, porque Robledo sabe que se estaría oponiendo a una de las principales banderas de la democracia colombiana, la reparación de las víctimas; y que se ubicaría exactamente en el mismo lugar político en el que hoy está ubicado el ex presidente Uribe, representante político de los usurpadores de la tierra.

Robledo no hace la diferenciación entre lo que Petro propuso a su partido, para que fuera su partido el adalid de esa pelea, que es exactamente lo mismo que han hecho los representantes Iván Cepeda y Germán Navas enriqueciendo el proyecto de la reparación de víctimas. Con el presidente Santos tenemos que volver a hablar, y no sobre embajadas y ministerios; tenemos que seguir hablando sobre el devenir de la ley de víctimas; tenemos que seguir hablando sobre el papel de la tierra y el agua en Colombia.

Si se concentra el agua y la tierra en manos de unos pocos o si la democratizamos en beneficio de muchos, de todas maneras tenemos que seguir hablando de las relaciones internacionales, si está bien o está mal hecho que Santos haya decidido no permitir las bases de los norteamericanos en Colombia. ¿Entonces qué? ¿Nos oponíamos a Uribe porque había aceptado las bases, y ahora no oponemos a Santos porque las quita solo porque tenemos que hacer oposición? Eso es un esquema mental [rígido], eso es lo que un disidente soviético, llamaba una cárcel del alma. Nosotros tenemos que ser leales y fidedignos a las causas democráticas de este país. Jorge Eliécer Gaitán alguna vez lo dijo, frente a su rival. Si este presidente que acaban de elegir, quiere volver realidad una parte de mi programa, entonces yo le voy a ayudar, porque además de ser mi programa tiene que ver con conquistas democráticas de la sociedad colombiana.

Al cabo de estos dos años nosotros hemos tomado una decisión. Somos un grupo y no vamos a salir a ver como peleamos militante por militante del Polo. De aquí no vamos a salir a hacerle groserías o cosas por el estilo a quienes íntima y libremente deciden quedarse en el Polo. Todos ellos son nuestros compañeros, nuestras compañeras y están luchando. Nuestra pelea no es con ellos, que de muy buena fe pretenden desde el Polo seguir luchando por la democracia. Nuestro pleito es contra las mafias, contra los usurpadores de la tierra, contra los que han construido la injusticia en Colombia.

De aquí no salimos a establecer un pleito como era lo normal en la izquierda hace algunas décadas. Aquí salimos a construir un futuro, a abrirnos a la sociedad colombiana. Al salir nosotros del Polo cesa nuestro pleito interno. Quienes queden allí, tendrán sus tareas, allí seguirán las discusiones sobre lo que se le volvió un piedra en el zapato, la alcaldía de Bogotá. Pero nosotros no queremos seguir allí. Estar o no estar en una militancia política específica es una decisión libre y soberana del ser humano.

¿Por qué Petro no quiere seguir en el Polo? Porque ya el partido no nos permite obtener los instrumentos para hacer la política que necesitamos en los próximos meses. Lo impide. Y lo impide no solo porque de manera explícita toman decisiones contrarias, como ésta relacionada con la ley de víctimas, que su propia bancada ha superado en la Comisión Primera de la Cámara , sino también por lo que lamentablemente empezó a representar para la sociedad colombiana: un sinónimo de sectarismo y corrupción.

Al Polo ya le habíamos puesto una prueba sobre la corrupción. Cumplimos las etapas, enviamos un informe a la Comisión de Ética para que se expresara, no fue capaz. Uno no puede salir a pelear contra la corrupción cuando en el mismo instante la gente está diciendo que uno es corrupto. La consecuencia ética es fundamental en la nueva forma de hacer política en Colombia en el siglo XXI. Las consecuencias: Petro no puede hacer oposición si asume un cargo de embajador. Petro no puede luchar contra la corrupción si está en un partido que la permite y que incluso la ve con buenos ojos.

En ese acto de celebración de los “5 años”, que es un acto mentiroso, no queda otra opción sino preguntarse: ¿Por qué partido se presentó Lucho Garzón a la Alcaldía de Bogotá?

La inscripción a la alcaldía por el Polo fue hace más de 5 años. Ahí le están robando un pedazo a la historia del Polo; cumplíamos ocho años, no cinco, y no en diciembre sino en marzo. Lo que pasa es que el pedacito que le roban al Polo es el pedacito fundante. Ni más ni menos. El que hablaba de un proyecto democrático y que hablaba de defender la Constitución del 91. Nosotros no vamos más en el Polo, cada decisión en las regiones o en los municipios, y la de cada uno de los militantes será libre. No esperamos salir de aquí a convencer o a tratar de llevar a la fuerza a una persona equis o ye, a empujarla a que se salga o se quede. Muchos de los que me han acompañado se van a quedar en el Polo, por razones legales o por razones ideológicas, la mayoría por razones legales, ya que no se pueden ir porque la legislación colombiana en relación con las curules ha convertido la libertad individual de militar o no en un partido, en una cárcel. Obligan a militar en un partido. Lo hicieron no pensando en el Polo sino en los partidos uribistas, como forma de mantener una mayoría uribista en el Congreso mientras la sociedad cambia. Y cuando el gobierno cambia, pues obligándolos a quedarse. La mayoría de los uribistas están ahí obligados.

Por eso no vamos a establecer aquí una pelea. No vamos a votar, sería una tontería. Una votación en cualquier instancia donde unos votan que se van y otros que no se van, ¿quién obliga al uno o al otro? Y es que la militancia es como la preferencia sexual. La preferencia política y la preferencia sexual, son libres, eso no se decide por votación. Imagínense como sería ese pedacito de la vida si votáramos las preferencias sexuales. Aquí de lo que se trata es de ver qué es lo que construimos. Es difícil, este es un salto libre y, como decía el filósofo Fromm, la libertad viene acompañada de soledad. No quieres estar solo no seas libre. Cuando tenemos que dar esos saltos que no sabemos si van a resultar bien o no, no hay quien pueda predecir el futuro.

Nos volvemos más solos, incluso hacemos una introspección, “yo y mi circunstancia”. Nosotros y nuestras circunstancias. Me criticarán diciendo que eso es caudillismo. No, hay momentos en que los seres humanos tienen que tomar decisiones. Aquí hay miles y miles que van a tomar decisiones. No vamos a propinar un solo insulto a quienes se quedan en el Polo, y esperamos no recibirlo los que nos vamos. En esto tenemos que ser claros, porque al final de los tiempos, como dice la Biblia, volverá a haber una confluencia. Es así de simple. Nosotros necesitamos salir para provocar transformaciones en la política que el Polo no permite. La sociedad colombiana va hacia una nueva reconfiguración; tratemos de verlo y olfatearlo para ver si vamos por el camino correcto.

Es un hecho que Robledo estaba equivocado cuando le dijo a Santos que era Uribe III y construyó la estrategia de estos meses sobre la base de Uribe III.

Robledo puede crear la estrategia porque Iván Moreno, que tiene la mayoría en el ejecutivo hoy lo respalda. A Iván Moreno no le interesan las estrategias políticas, eso se lo deja a Robledo. A Iván Moreno le interesan otras cosas. Es una división del trabajo.

¡NO!, Santos no es Uribe III. ¿Por qué? Porque Uribe es el representante de los usurpadores de la tierra en Colombia. No sabemos cuántos serán, esa estadística no se ha hecho. No creo que pasen de 3.000 los que integran el pequeño grupo de colombianos que se ha quedado con 6,6 millones de hectáreas fértiles. De ese mundo es que sale Uribe, ese es el mundo que defiende, sus negocios son de ese mundo. Gran propietario y poseedor de tierra, su primo, su hermano, sus hijos, son los que constituyen su mundo social. Ese es el mundo en que creó sus relaciones con el narcotráfico y la mafia por allá en los años 80. De ahí surgió el paramilitarismo. Se tomaron Antioquia, se tomaron Córdoba, y fue esto lo que produjo una catástrofe humanitaria, 150.000 asesinatos, un genocidio. Ese genocidio, ha puesto al país en unas circunstancias de debilidad absoluta.

Hubo un cierre desde Venezuela, cierre desde Ecuador, cierre de Estados Unidos… Wikileaks sacará los cables, pongan cuidado. Lo afirmo: Muchos de esos cables tendrán que ver con la presión que el gobierno ejerció sobre el congreso para que se aprobara el Tratado de Libre Comercio (TLC). Y el embajador diciendo: “Háganle que necesitamos el tratado”. No pudieron porque no pudo Bush y no pudo por la decisión demócrata, que fue para tirarse a Bush y por la situación de derechos humanos en Colombia. Uribe gobernó a Santos, pero Santos no representa a los usurpadores, él de campos solo conoce los de golf. Ese es otro mundo, no es el nuestro. Ese es el mundo de los industriales y banqueros bogotanos. Él mismo es un industrial. ¿De qué vive la familia Santos? De una serie de aparatos industriales, de un periódico que se llama El Tiempo, que acaban de vender. De eso vivieron durante décadas. Sus amigos son los industriales, los que financian, los banqueros. Usurpadores de la tierra, industriales y banqueros gobernaron a Colombia, juntos, con el mismo proyecto, pero con un grave problema. Esa alianza tuvo un precio para industriales y banqueros en los mercados del mundo. Uribe no pudo resolverles el problema del mercado, se los cerró, les quitó ganancias. Lo que hizo Uribe fue trasladar el dinero del erario público a las ganancias de los industriales y banqueros por medio de subsidios y otras ventajas, a los ricos. Pero eso no fue suficiente y el bloque de poder termina por romperse. Los industriales y banqueros sabían que sus posibilidades estaban en la apertura de los mercados y Uribe era un obstáculo para ellos. Y al verlo como obstáculo, lo echan.

Si quieren tener los mercados de Venezuela, Ecuador, etc., deben tener una política hacia América Latina diferente a la de Uribe. Y si quieren ganar el mercado de Europa y Estados Unidos, tienen que tener una política de derechos humanos diferente a la de Uribe. Y ese es el punto. Por eso lo primero que hace Santos cuando se vuelve presidente es hablar con su homólogo Chávez en Venezuela. ¿Y qué le dice? “Hay que arreglar esto”.

A los uribistas de extrema derecha se les pusieron los pelos de punta. Mientras tanto, Santos está pensando en los negocios, en lo que él representa y en lo que significa el mercado venezolano. Por eso va a Unasur. Por eso no tiene ningún problema en decir que las bases norteamericanas ya no van. Quiere integrarse al mercado de América del Sur con una finalidad, aprovechar los mercados. ¿Nosotros qué le decimos? Sí. Y con respecto a Europa y Estados Unidos, Santos habla de derechos humanos. Nosotros no podemos, se dice Santos, conquistar esos mercados del brazo del señor Mancuso, del señor Gordo Lindo, del señor don Berna, como lo quería hacer Uribe. Hay que romper con ellos. ¿Cuáles son las bases del poder de gente como don Berna además de la cocaína? La tierra y las regalías. La tierra por lo que ya sabemos y las regalías porque es lo que se roban de los presupuestos públicos locales. Fíjense que de las dos grandes reformas de este semestre son la tierra y las regalías, no como nosotros queremos, sino como ellos lo ven. Si nosotros queremos las reformas de acuerdo a como lo vemos nosotros, tenemos que tener fuerza. Este es uno de los elementos importantes para nuestro futuro político.

La política depende de la fuerza y en las democracias la fuerza depende del respaldo político. Por esa razón Santos de dirige hacia el debilitamiento de las mafias, en sus dos bases económicas: la tierra y las regalías. ¿Para qué? Para hacer negocios. Eso ubica a Uribe en la oposición real.

Uribe empieza a pensar en la manera de detener esas reformas. En consecuencia, su principal proyecto será la captación del poder local. Esa es la única manera en que Uribe puede planear una restauración de su proyecto uribista. Lo puede concretar ganando las elecciones del año entrante para obtener la mayor parte del poder local, poniendo a su favor los partidos en el Congreso de la República. Ya lo está haciendo con el Partido de la U cuyos miembros no saben qué hacer. Lo viene haciendo con el Partido Conservador. En otras palabras, lo que nosotros vamos a observar en los próximos meses, es una fractura de las fuerzas políticas en el poder y una reconfiguración del bloque de poder. Tendremos una oposición de extrema derecha, liderada por Uribe, representativa de los usurpadores de la tierra, con capacidad electoral enorme. Una parte estará situada en la ciudad de Bogotá –por nuestra propia culpa–, con partidos, con sectores del ejército y la policía, adictos al proyecto Uribe y con sectores del Estado combinando todas las formas de lucha. Porque si Santos no es capaz de profundizar reformas democráticas, el traspaso de tierras de los usurpadores a las víctimas desatará violencia, muerte, y los usurpadores de la tierra, empezarán a preparar bandas armadas y sectores de la policía y el ejército para defender sus intereses.

Esa reconfiguración no será, ni simple ni pacífica. Del lado del gobierno quedarán unas fuerzas diferentes a las de Uribe. Estas fuerzas estarán constituidas como ya sabemos, por el Partido Liberal, Cambio Radical y seguramente por un sector del Partido de la U. Quizá recompongan el viejo Partido Liberal. Habrá un proyecto de centro derecha con unas reformas, tímidas, pero democráticas, en el terreno de las víctimas, la tierra, y los derechos humanos. Será neoliberal porque no será capaz de detener la locomotora de la minería que está acabando con los puestos de trabajo, la tierra y el agua. No son capaces de plantearse un modelo de desarrollo que garantice la producción de alimentos, y que por tanto pueda dar prosperidad al campesino. No son capaces de ir más allá, ni de transformar la política social del gobierno, de manera que sean instrumentos que garanticen la equidad social, desbaratando la Ley 100 en salud para transformar la salud que hasta ahora es mercancía, en un derecho, planteando el modelo de educación pública de manera diferente. Plantean reformas balbuceantes en el tema de las relaciones internacionales, en el tema de la tierra y un cambio mínimo en el tema del agua.

¿Qué va a pasar con las fuerzas que no están dentro del gobierno?

El Polo, indudablemente, se divide al no poder resolver el problema de la corrupción. El Partido Verde no sabe aún hacer la política por fuera de ellos mismos; están gravitando alrededor de su propia discusión interna, en un período que ellos laman de construcción de partido, olvidando algo que nosotros aprendimos, casi desde el inicio: La construcción del partido está supeditada a la política. Es la política la que puede garantizar la construcción organizativa y no al revés.

Quedan los movimientos pequeños, la política indígena, el ASI, la AICO , y algo del movimiento social, con un despunte de la organización campesina, que expectante sobre las reformas sobre la tierra, empieza a crecer en Colombia. El Partido Verde no se va a unir al Polo Democrático por la permanencia de la familia Moreno Rojas dentro del Polo. Se rompe esa posibilidad de confluencia por la existencia de una corrupción manifiesta dentro del partido.

La Alianza Social Indígena no se fusionará con el Partido Verde porque quiere mantener la opción de un proyecto democrático, mientras el Partido Verde sigue definiendo si es un proyecto democrático o le hace coqueteos al neoliberalismo. Aquí hay una ambigüedad, y la figura que representa esa ambigüedad se llama Peñalosa.

Lo que tenemos entonces, es una democracia fragmentada, unas fuerzas democráticas disímiles. Muchísimos están en el Partido Verde, otros en el Polo, otros en los movimientos indígenas, muchísimos en el movimiento social sin militancia política, muchísimos también en el Partido Liberal, que hicieron la oposición a Uribe y aún no entienden muy bien, como es que hoy son gobierno, sin que haya una reestructuración cabal del proyecto que gobierna.

¿Qué hacemos en esa perspectiva? Al liberarnos de una dirección del Polo que no entiende estos cambios de la política, de las percepciones dentro de la ciudadanía colombiana, nosotros podemos ser una alternativa que convoque un espacio de confluencia de la totalidad de las fuerzas democráticas. Esa es una opción que tenemos a partir de salir del Polo, es decir nosotros no salimos para creernos que somos la vanguardia de la democracia en el país, sino que salimos para convocarla, para hacerla confluir, sabiendo que nosotros no somos más que otros en el esfuerzo democrático, a eso lo hemos llamado el Encuentro Progresista, sin enamorarnos de las palabras, para convocar un encuentro progresista, esto significa convocar un bloque democrático, es decir, buscar la transformación de la política colombiana cuando se está reconfigurando la política en el bloque de poder, construir un bloque democrático, donde podamos centrar al partido Verde, a la ASI , la AICO , al movimiento social colombiano, a las tendencias democráticas que hay y las que aún quedan en el Polo, a nosotros mismos, ese espacio de confluencia tendrá diferentes opciones para discutir: ¿Cuál es nuestra relación con Santos? ¿Cómo apoyamos lo “apoyable” del gobierno de Santos? Sin ambigüedad esquizofrénica (dicen los sicólogos); lo hacemos sin actitud vergonzante ¿Quién dijo que darle la mano a un presidente es un delito en Colombia?, cómo está pensando en estos momentos la izquierdización infantil de la dirección del Polo. Lo que tenemos que discutir con Santos es sobre qué avances democráticos podemos obtener, sobre hacia dónde va la ley de víctimas, sobre cómo podemos garantizar que la restitución de tierras no se haga por vías violentas sino pacíficas. De lo que tenemos que hablar es de qué otras medidas se pueden tomar tales como democratizar la tierra, y al poco tiempo sobre cómo democratizar el agua, porque la tierra sin el agua no sirve para nada. Lo mismo ocurre con el crédito, porque la tierra sin el agua y sin el crédito, tampoco sirve para nada. Y lo mismo sucede con el saber porque la tierra, sin el agua, sin el crédito y sin el saber no sirve para nada. Este es un tema de discusión que tenemos que abrir, nosotros tenemos mucho que decir sobre estos temas, porque fuimos nosotros los que en campaña los pusimos en la discusión pública, no fueron ellos. ¿Acaso tenemos que quedarnos callados cuando en el país se pueden dar muchas transformaciones de carácter progresista?

Tenemos que hablar de estos temas con Santos, ojalá no a título individual como sucedió porque el Polo no nos dio la talla. Ojalá fuera a título de este Encuentro Progresista, porque le daría la fuerza popular, le dará millones de votos desde el punto de vista electoral, pero también el apoyo de la mayor parte del movimiento social que aún existe en Colombia, porque ¿dónde están las organizaciones campesinas? Las organizaciones campesinas que existen, no están en el Polo, se están yendo al Partido Verde, a Cambio Radical. Se están yendo al santismo, ante las expectativas de reformas que se anuncian desde allí. Nosotros contamos con un terreno con el que podemos estar optimistas en la organización campesina de cara a presionar el tema de la tierra en el país. Ese es uno de los ejes del trabajo del Encuentro Progresista que podríamos coordinar. ¿Dónde están las organizaciones del mundo del trabajo, dónde está la CGT ? No está en el Polo, solo tenemos la CUT donde solo una parte sustancial responde al las orientaciones del Polo. Desde el Encuentro Progresista podríamos consolidar un esfuerzo de mayor convergencia que dentro del Polo, en el ámbito de los trabajadores. ¿Y las organizaciones indígenas dónde están? ¿Están en el Polo? Desde el Encuentro Progresista podríamos convocarlas, buscar la confluencia de los indígenas con los demás movimientos sociales. Podríamos tener más efectividad en lograr una articulación del movimiento social emergente, político, democrático, que es fundamental para darle la fuerza necesaria a las reformas democráticas.

Ahora, con Santos no todo es luna de miel. Podemos hablar de tierra, de agua, pero de salud, no podemos hablar, de educación no podemos hablar. Nosotros no podemos apoyar la tesis de que los derechos fundamentales de la Constitución del 91 se supediten a la financiación del presupuesto a través de la Ley de Estabilidad Fiscal, porque eso sería destruir la constitución. Santos está levantando una bandera que lleva a la caída de la constitución; –eso se lo aplaudiría Uribe–, porque no es cierto que el derecho se supedita al presupuesto sino que el presupuesto se supedita a los derechos, así seamos conscientes de que el derecho no se pueda financiar completamente de la noche a la mañana. Pero la lógica es diferente. Supeditar el derecho al presupuesto se llama neoliberalismo. Supeditar el presupuesto al derecho se llama democracia. Por lo tanto, aquí hay un eje de combate, social y político, que tenemos que organizar “frenteando” al gobierno de Santos. Porque en la práctica esto tiene unas derivaciones muy concretas, porque ellos lo hacen para recortar el derecho a la salud, en cambio nosotros sostenemos que, para salir del colapso de la salud, hay que salir del modelo de la Ley 100. El gobierno no lo quiere hacer, al contrario, quiere profundizar los mecanismos mercantiles, quiere mantener a la salud como una mercancía.

Dijimos hay que hablar con Santos sobre la democratización de la universidad pública, incluso articulándola a los colegios de secundaria. El gobierno no ha hecho ni pio, la política educativa de Uribe se está trasladando vía Ministerio de Educación hacia este gobierno. Y qué podemos decir del derecho a la pensión que ha colapsado en virtud de la Ley 100. En otras palabras, el corazón de la política antisocial del neoliberalismo está siendo defendido por el gobierno de Santos. Por lo tanto, aquí se abre un escenario de confrontación política pacífica. No podemos trabajar esto de manera esquizofrénica. En lo que el gobierno avance en democracia tenemos que hablar con él y ayudar. Allí donde el gobierno persevere en el neoliberalismo, tendremos que atacar. Este Encuentro Progresista, esa búsqueda que debemos iniciar a partir de hoy debería darnos esta fuerza.
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(Por errores de grabación, no se registra que Petro dice que tuvimos una estrategia electoral equivocada que nos hizo perder en muchas regiones, y las enumera, por la posición sectaria y que no nos permitió conquistar posiciones estratégicas, las cuales ganó Uribe).
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¿Cómo vamos a hacer para ganar las regiones estratégicas de Colombia? tenemos que priorizar unas áreas estratégicas, las que vamos a volver vitales para la disputa del 2014 para enfrentar al proyecto uribista, es decir, el proyecto de la antidemocracia. Esas áreas estratégicas pasan por múltiples regiones. Tenemos que construir una estrategia electoral que ningún mafioso pueda ganarle en el Caribe. ¿Barranquilla va a ser del clientelismo o va a ser de la democracia? Fuimos segunda fuerza en el Caribe, en muchísimos municipios, afectados por el paramilitarismo, primera fuerza. Somos medio millón de votos costeños. Un electorado popular que ve en nosotros la redención social para el país, que en medio de los fusiles 'paras' vota por nosotros. Esa no es votación del Polo.
      
Votos libres, gente que no tiene partido. A lo mejor en la segunda vuela votaron por Santos, no los vi votando por Mockus. Si hacemos bien los cálculos, apostando a cuál va a ser nuestra respuesta, ¿En el Caribe colombiano cuál va a ser nuestra respuesta? ¿Cómo es que vamos a ganar a las clientelas? En Sucre, en Córdoba, en Atlántico, en La Guajira, el bloque democrático, el Encuentro Progresista, nos debe dar instrumentos de unificación democrática. Nos debe dar un nuevo liderazgo, que aflore en muchos municipios y regiones que nos permita dar una batalla eficaz, es decir, ganar las alcaldías en muchísimos municipios, ganar en Barranquilla, ojalá poder ganar en algún departamento. La expresión del Caribe debe hacerse vigente con la conducción de la dirección provisional, que en este momento tendremos de manera transitoria hasta que podamos consolidar las propuestas del Encuentro Progresista, que ya ha recibido respuestas afirmativas, por parte del Partido Verde, de la Alianza Social Indígena, de Podemos Cali, de las autoridades indígenas de Colombia.

¿Cómo vamos a trabajar la ciudad de Cali? ¿Con el sectarismo de Robledo? ¿De Alexander López que prácticamente sacó al Polo de la lucha por el poder en la ciudad? O podemos confluir con el movimiento Podemos Cali y el Partido Verde de tal manera que la candidatura, con las calidades individuales (elemento que va a pesar mucho en estas elecciones) puedan garantizar el triunfo por encima de las fuerzas conservadoras y uribistas. Allí se abre la posibilidad de una estrategia que el Polo no nos permite, pero que con la libertad que hemos conseguido la vamos a construir.

¿Qué va a pasar en Nariño? Navarro deja de gobernar, hay una fractura entre Navarro y Parmenio Cuéllar; hay un surgimiento del Partido Verde que nos ganó el segundo lugar en el departamento, con una candidatura muy fuerte de Raúl Delgado. Desde el Polo no podemos hacer confluir las fuerzas que Navarro pudo hacer confluir en torno a su nombre para ganar la gobernación. ¿Al liberarnos del Polo podremos hacer confluir a las autoridades indígenas que son fortísimas en Nariño? ¿Y al Partido Verde, a Raúl Delgado, a nosotros, para intentar ganar la gobernación de Nariño?

Con la pérdida en el Cauca por dispersión, el Polo Democrático le hizo ganar la gobernación a Uribe. ¿Podremos ahora supeditarla a una política de confluencia que nos permita aglutinar todas las fuerzas de la ASI , de la AICO , del Partido Verde y las nuestras en el Cauca para ganar la gobernación?